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Diseño regenerativo: más allá de lo ecológico hacia sistemas autosustentables

Diseño regenerativo: más allá de lo ecológico hacia sistemas autosustentables

Diseño regenerativo: más allá de lo ecológico hacia sistemas autosustentables

Cuando hablamos de diseño sostenible, solemos pensar en materiales reciclables, procesos de fabricación optimizados o productos que generan un menor impacto ambiental. Pero, ¿y si el objetivo no fuera solo reducir el daño, sino regenerar los sistemas donde se insertan esos productos? Bienvenidos al diseño regenerativo: una corriente que mira más allá de lo ecológico para plantear soluciones que devuelvan más de lo que toman. Suena ambicioso, pero hoy no hay otra vía posible.

Del “menos daño” al “más beneficio”

Durante décadas, las iniciativas sostenibles han buscado limitar el impacto negativo de nuestras actividades. Reducir emisiones, minimizar residuos, usar menos agua… son pasos valiosos pero, en esencia, reacciones defensivas que parten de la escasez. El diseño regenerativo, en cambio, se basa en la abundancia y la capacidad de los sistemas vivos para renovarse. No se trata de consumir menos, sino de diseñar mejor.

En palabras de William McDonough, uno de los referentes del movimiento Cradle to Cradle: “Si un edificio no puede ser tanto una fuente de agua como un árbol, entonces somos unos malos diseñadores”. Lo que propone no es utópico, sino sistémico. No basta que un edificio sea eficiente; debe ser capaz de producir energía, purificar el aire o revitalizar la biodiversidad del entorno. Y sí, ya existen ejemplos reales.

Diseño regenerativo en acción: ejemplos que inspiran

Veamos algunos casos donde esta filosofía se está aplicando con resultados tangibles.

Estos casos demuestran que el diseño regenerativo no es solo teoría bonita para presentaciones en PowerPoint. Se está implementando aquí y ahora, en contextos urbanos, rurales y mixtos, con impactos sociales, económicos y ambientales medibles.

No es sólo arquitectura: es mentalidad

Una confusión frecuente es pensar que el diseño regenerativo se limita al mundo arquitectónico o urbanístico. Si bien ha sido su territorio natural, la lógica regenerativa está permeando sectores tan diversos como el diseño de servicios, el diseño organizacional o incluso la moda.

El diseñador holandés Bert van Son, fundador de MUD Jeans, propuso un sistema de leasing para sus pantalones vaqueros: los clientes pagan por usar el producto durante un tiempo y, una vez devuelto, el material se recicla para fabricar nuevas prendas. Más que vender un objeto, MUD diseña un ciclo. ¿Moda regenerativa? Aquí empieza.

Otro ejemplo: en Bali, la escuela Green School no solo construyó aulas en bambú sin cemento ni acero. Enseña una pedagogía regenerativa basada en el aprendizaje experiencial, la alimentación agroecológica y el respeto por los ciclos naturales. ¿Educación regenerativa? También existe.

Diseñar desde lo vivo: ¿cómo se hace?

Si uno se pregunta cómo aplicar estas ideas en la práctica, es útil recordar que el diseño regenerativo se apoya en varios principios clave:

Estas claves no pertenecen a una metodología rígida, sino a una nueva forma de mirar. De asumir que el diseñador no es un « creador todopoderoso », sino un facilitador de procesos vivos.

¿Estamos preparados para pensar así?

Aquí es donde normalmente aparece el escepticismo. “Eso suena bien, pero no es rentable”. O bien: “¿Tenemos tecnología suficiente para hacer esto a escala?”. La verdad es que buena parte de lo necesario ya está disponible. Lo que falta —y no es poca cosa— es el cambio de paradigma. Pasar de vernos como consumidores a reconocernos como co-creadores dentro de un ecosistema.

Esto implica redefinir el éxito de los proyectos: no basta con cumplir un objetivo de negocio o quedar bien en la foto. El criterio se vuelve más exigente: ¿Este diseño mejora o empeora la resiliencia del sistema al que pertenece?

También implica tiempo. Regenerar no es inmediato. Exige observar, dialogar, equivocarse y corregir. Es, por definición, un proceso vivo. Pero ya sabemos: las soluciones fáciles nos trajeron hasta aquí. Las soluciones complejas —pero con sentido ecológico, social y cultural— pueden llevarnos más lejos.

El papel del diseño en un planeta en regeneración

Frente a las urgencias de la crisis climática, la pérdida de biodiversidad y la desigualdad social, el diseño regenerativo plantea una realidad incómoda pero necesaria: ya no basta con ser “menos malos”. Tenemos que diseñar para restaurar, sanar e incluso mejorar lo que ya parecía perdido.

Esto no significa que todo lo anterior haya sido un error. Significa que estamos madurando como especie diseñadora. Lo que antes era innovación hoy es norma, y lo que hoy parece radical, mañana será cotidiano.

La pregunta no es si este tipo de diseño funcionará. La verdadera pregunta es: ¿nos podemos permitir algo menos?

En definitiva, el diseño regenerativo no propone una fórmula mágica. Propone volver a pensar la función del diseño: crear relaciones entre humanos y ecosistemas que no solo sean sostenibles, sino capaces de nutrirse mutuamente. Porque en un mundo que pide a gritos soluciones nuevas, diseñar bien ya no es una opción estética. Es una urgencia ética.

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